Muchas de las personas que vienen a consulta tienen dificultades a la hora de defender sus derechos o, incluso para comunicarse. A veces el problema es que se tratan de personas con una tendencia sumisa, pero otras veces ocurre que la gente utiliza una comunicación violenta. En este artículo queremos centrarnos en la comunicación no violenta y cómo podemos aplicarla en nuestro día a día.
¿Qué es la comunicación no violenta?
Se basa en un estilo comunicativo desarrollado por Marshall Rosenberg donde la empatía, hacia uno mismo y hacia el otro, es el aspecto básico buscando establecer relaciones honestas y colaborativas. Para ello, se parte de la observación, evitando los juicios de lo que está bien o mal, lo que es correcto o incorrecto, la identificación de nuestras emociones y necesidades y la generación de estrategias para darles una respuesta, aceptando que ante una petición la otra persona puede respondernos con una negativa.
Es decir, a pesar de hacer uso de la comunicación no violenta, las necesidades de cada uno son diferentes y pueden, por lo tanto, responder con un “no” ante una demanda realizada.
¿Qué pasos debemos seguir en una comunicación no violenta?
- Expresar lo que está ocurriendo, procurando realizar una descripción objetiva de la situación sin entrar en interpretaciones personales o juicios de la situación.
- Identificar las emociones que sentimos en dicha situación (alegría, tristeza, rabia, frustración, miedo, ofensa,…). Para ello, puede ser interesante ampliar nuestro vocabulario emocional, evitando estructuras del estilo “estoy bien” o “estoy mal”.
- Investigar cuales son nuestros deseos o necesidades que guardan relación con esta situación y las emociones manifestadas. Es decir, más que juzgar lo que la otra persona está haciendo mal, se trata de comunicar lo que necesitamos en esta situación.
- Elaborar la petición, no una exigencia, para conseguir cubrir dicha necesidad de forma clara y concreta. Esta petición puede incluir una acción concreta a realitzar o, simplemente, abrir la puerta para poder dialogar sobre un tema.
A modo de ejemplo, una respuesta desde la comunicación no violenta podrías verse de la siguientes maneras: “Cuando veo que los platos no estan fregados, me siento enfadado/a y necesito colaboración y orden, me gustaría hablarlo” “Cuando llegas tarde sin avisar, me siento inquieto/a porque necesito organización. Por eso te pido que me avises si vas a llegar con retraso para poder distribuirme yo el tiempo”
Si aún con estas pautas, te cuesta llevar a cabo una comunicación no violenta, no dudes en contactar con nuestras profesionales. En el Centro Núria León somos especialistas en comunicación interpersonal. Juntos podemos ayudarte a mejorar tu estilo comunicativo.